sábado, 4 de abril de 2015

¿QUÉ ES LA METEMPSICOSIS?

Es el viaje que realizan las almas que transmigran en la búsqueda de la perfección, cuyo objetivo final es la inmortalidad consciente.

Para explicar el concepto de Metempsicosis tenemos que remontarnos al concepto de alma en la filosofía griega anterior a Platón.

Según los filósofos griegos el alma es propia y exclusivamente de los seres humanos (Psyché).

El alma es eterna y es inmortal, y se encuentra unida al cuerpo de manera accidental.

El ser humano es el resultado de esta unión accidental entre cuerpo y alma.

El alma es de naturaleza divina, pues procede de los dioses. Es una especie de huésped, un residente en el cuerpo de distinta naturaleza a la de éste.

En esta postura se fundamenta el movimiento órfico donde supone un enfrentamiento a las tradiciones religiosas de la ciudad griega y, en definitiva, una nueva concepción del ser humano y su destino. Bajo el nombre del mítico Orfeo, cantor y trágico viajero del Más Allá, surgen una serie de textos que predican y atestiguan esa nueva religiosidad, una doctrina de salvación sobre el hombre, su alma, y su destino tras la muerte.

Según el movimiento órfico el alma es inmortal y se encuentra en tránsito para alcanzar un modo de vida más elevado, reservado a los Mystos o Iniciados en los Misterios.

También hay que tener en cuenta el concepto sobre la metempsicosis donde es una antigua doctrina filosófica griega basada en la idea tradicional de la constitución triple del ser humano (espíritu, alma y cuerpo), que afirma el traspaso de ciertos elementos psíquicos de un cuerpo a otro después de la muerte.

Así según la metempsicosis las almas transmigran en la búsqueda de la perfección, que es inmortalidad consciente, un estado de elevación mística provocada a veces mediante la predisposición corporal a un trance, una suerte de rapto ceremonial frecuente en las Orgías o fiestas dionisíacas. Este estado glorioso permitía separar el alma del cuerpo, una suerte de pequeña “muerte” realizada de manera consciente y en vida, que se denomina Apoteosis (Epopteia). Aquellos que lo lograban alcanzaban el grado de Epoptas, y gozaban de la contemplación del dios (Dionisos) y de la unificación con él.

El rasgo distintivo de esta doctrina, que establece la diferencia con la postura más tradicional, es la identidad del yo durante la vida y después de la muerte.

El alma ya no se concibe al morir como un mero suspiro y olvidado que se dirige al Hades como simple morada de los muertos para quedar atrapada por toda la eternidad, sino que puede aspirar a una vida gloriosa en un lugar supra celeste, la Isla de los Bienaventurados.

Las Islas Afortunadas o Islas de los Bienaventurados son el lugar donde, según la mitología griega, las almas virtuosas gozaban de un reposo perfecto después de su muerte, equivalente al Paraíso de otras tradiciones escatológicas (creencias acerca del más allá o ultratumba).

Los mitos de Deméter-Perséfone y de Dionisos reafirman esta peregrinación del alma por este mundo y por el otro, ya sea condenada por una conducta inmoral o purificada mediante la Catarsis para morar en el plano supremo.

Esta esperanza implicó un modo de vida (BIOS) característicamente órfico de abstinencia y pureza.

No debe olvidarse que ya en el mito de Dionisos, que es oscuro y que algunos investigadores atribuyen a los minoicos y aun a los egipcios por su semejanza con el mito osiriano, se alude con claridad a la dualidad alma-cuerpo asociada a la otra dualidad divinidad-materia.

Recordamos que en el mito de Dionisos se define a la humanidad como resultado de la mezcla original producida por la cólera de Zeus, que fulminó a los titanes, en venganza por la muerte de Dionisos. Como quedó una pequeña partícula de divinidad mezclada con la carne quemada de los titanes (que previamente habían devorado al niño Dionisos), la naturaleza humana resultó una mezcla de titán y del dios Dionisos, o sea una suerte de Daimon o dios menor e imperfecto.

El pitagorismo recoge la idea de la purificación del alma mediante la reparación dolorosa, a través del proceso de la palingenesia o reencarnación.

Para los pitagóricos, la Psyché es decir el alma es un exiliado de los dioses que se esfuerza para volver a su patria lejana.

El sufrimiento existe como un medio para tomar conciencia de la necesidad de evolución, y no hay ningún dolor o dificultad que sea intrínsecamente injusto, sino propio del hombre.

Esta suerte de castigo compensatorio por las propias faltas no es eterno, no se trata de una condena per se, como en el cristianismo, sino que está limitado por la capacidad de conocer las causas. Es una lección que se aprende mediante el conocimiento, con lo que se pone fin a la rueda de las reencarnaciones, oportunidades otorgadas por los dioses para que el hombre rescate su propia divinidad y sea uno más entre sus pares.

Pitágoras representa el modelo de sabio, de una vida de abstinencia y purificación, con unas normas orientadas a producir en el alma el reconocimiento de su patrimonio espiritual y a provocar un acceso mediante ciertas técnicas mistéricas que pueden compararse a las técnicas orientales de elevación de la conciencia.  

La reencarnación representa un medio útil para el proceso purificatorio y una demostración patente de que los dioses no arbitran la justicia a su antojo, según un confuso sentido de predestinación, sino, antes bien, rigen el equilibrio cósmico con una sabiduría propia del mundo celeste. Esto supone una réplica a las ideas de Homero y Hesíodo, al menos en la forma de su exposición, y constituyen los argumentos básicos que usará Platón en su propia doctrina del alma.

En conclusión terminare como empecé, la Metempsicosis es el viaje que realizan las almas que transmigran en la búsqueda de la perfección, cuyo objetivo final es la inmortalidad consciente.

Un fuerte abrazo para todos.

Happy
 
 

 

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