Cuando se
aborda el concepto de la muerte y la inmortalidad no tenemos más remedio que
hablar sobre las teorías de Platón donde
tal vez su doctrina sea la más extensa, por su amplitud y profundidad y sea una
de las partes esenciales de sus hipótesis.
No sólo en
Fedro se explaya detalladamente sobre el destino de las almas después de la
muerte, sino que en La República, y especialmente en Fedón, nos ofrece una
descripción cargada de significados simbólicos y mistéricos.
Platón se
preguntaba ¿Consideramos que la muerte es algo? o ¿Acaso es otra cosa que la
separación del alma del cuerpo? ¿Y es estar muerto es esto, es decir que el
cuerpo esté solo en sí mismo, separado del alma, y el alma se quede sola en sí
misma separada del cuerpo? ¿Acaso la muerte no es otra cosa sino esto?
La muerte es
vista como una prueba y una oportunidad para desprenderse de la trampa de la
ilusión, una de las condiciones más engañosas de su famosa caverna.
La “vida” es
una liana que atrapa a los injustos, pero que mediante el arma de la filosofía
puede ser cortada.
En el Fedón
afirma: “los Misterios de que los humanos estamos en una especie de prisión en
donde los dioses son los que cuidan de nosotros y que nosotros, los humanos,
somos una posesión de los dioses.
En el
Gorgias, por medio del Mito de los Infiernos, nos muestra su postura frente a
la inmortalidad y la “vida post-mortem”.
En el Mito
de Er, Platón nos ofrece una descripción notable acerca del periplo que espera
a las almas después de la muerte.
La discusión
acerca de la homogeneidad o complejidad de las almas después de la muerte queda
aclarada en su necesidad de reencarnar para continuar su proceso purificatorio,
liberarse y alcanzar el estado primordial y divino.
Platón
cierra su relato con una conclusión que bien puede servir de síntesis de su
pensamiento:
“De esta
manera, estoy convencido de que debemos creer que el alma es inmortal y que es
capaz de albergar todos los males y todos los bienes. En tal caso iremos
siempre por el camino ascendente y practicaremos la justicia con sabiduría. Por
eso seremos amigos de los dioses y de nosotros mismos, no sólo en este mundo,
sino que, a la manera en que los atletas reciben victoriosos sus premios en los
juegos, también recibamos nuestra recompensa por haber sido héroes de la
justicia. Así seremos felices en esta vida y en el viaje de mil años que hemos
descrito”.
Por otra
parte Sócrates, ya condenado y por tanto ya se dispone a morir, es cuando calma
a sus amigos que no pueden evitar sentirse conmocionados, con un excelente
discurso acerca de la inmortalidad del alma, su destino después de la muerte, y
la serenidad que se hace natural a quien está a punto de dejar la cárcel de
cuerpo.
Platón nos
ofrece sus famosos cuatro argumentos demostrativos de la inmortalidad, que
resumimos aquí:
a) De los opuestos. Todas las cosas que tienen
opuestos son engendradas de estos opuestos. Así, la vida sobreviene a la muerte
y ésta de la vida.
Para aclarar
esto Sócrates hace un símil de los opuestos donde la vigilia su opuesto es el
sueño y la vida su opuesto es la muerte, y así se hace la pregunta ¿la vida no tiene también su contraria, como
la vigilia tiene el sueño?
— ¿Cuál es
esta contraria?
¿Reconoceremos
igualmente a la muerte la virtud de producir su contraria, o diremos que por
este lado la naturaleza es coja? ¿No es toda necesidad que el morir tenga su
contrario?
Aunque tiene
antecedentes, la teoría se asocia principalmente a Platón. Para éste, adquirir
conocimiento consiste en recordar lo que el alma sabía cuando habitaba en el
mundo inteligible de las ideas antes de caer al mundo sensible y quedar
encerrada en el cuerpo. Así, la teoría de la reminiscencia está ligada a la
diferencia platónica entre el cuerpo y el alma.
Esta teoría
de la reminiscencia (recuerdo) o anamnesis: tiene como fundamento la doble
tesis pitagórica de la inmortalidad y la transmigración de las almas.
Antes de la
introducción del alma en el cuerpo, este ha visto las realidades inteligibles,
no siendo extraño que sea capaz de recordar lo que antes ha conocido.
De tal
manera que lo que llamamos aprender o investigar no es más que recordar lo que
antes ha conocido. De tal manera que lo que llamamos aprender a investigar no
es más que recordar.
No podemos
comenzar a tener percepciones sensibles o experiencia si nuestra alma no tiene
conocimiento de las ideas.
Sólo
mediante las ideas puede leerse el mundo del sentido. Las Ideas, que ya se
encuentran impresas en el alma, salen a la luz por medio de la mayéutica.
La mayéutica
proviene del griego que significa "dar a luz". Se le da este nombre
pues Sócrates tenía como ideología que el saber era dar a luz un nuevo
conocimiento.
c) De la simplicidad.
La teoría de
la simplicidad se fundamenta en la indisolubilidad de lo simple es decir lo
compuesto se puede separar pero lo simple no y
el alma es simple. Por tanto sólo lo simple permanece siempre en idéntico
estado.
En otras
palabras las cosas compuestas se disuelven, en cambio, las cosas simples no se
descomponen y viven para siempre.
El alma es
pura y por lo tanto, es simple e inmortal.
Las ideas
como causas verdaderas.
Hay cosas
buenas porque existe la Bondad, y hay cosas verdaderas porque existe la Verdad.
Estas ideas son invariables. La Vida como idea reside en el alma (en el cuerpo
no), por lo que ésta es inmortal.
e) Teoría ética:
Si la muerte
supusiera la destrucción de todo (cuerpo y alma), el malvado quedaría libre de
su maldad. Pero puesto que el alma es inmortal, ninguna culpa queda perdonada
con la muerte.
En
resumen:
El alma
siempre trae la vida a aquello que ocupa.
Lo contrario
de la vida es, evidentemente, la muerte.
Por lo
tanto, la muerte es lo contrario a lo que
siempre trae la vida, es
decir, al alma.
Ningún
contrario admitirá jamás algo que represente lo contrario de sí mismo. Por
ello, sería inconcebible que el alma-vida pudiera aceptar en sí a su contrario,
es decir, la muerte.
Aquello que
no admite la idea de lo mortal lo denominaremos lo inmortal.
La realidad
que no admitía jamás a la muerte era el alma.
Por lo
tanto, no es absurdo concluir que el alma es inmortal.
Pero,
además, lo que no admite jamás la muerte es algo indestructible, ya que cuando
la muerte marche sobre ella no la admitirá. Por lo tanto, el alma no solamente
es inmortal sino también indestructible.
Platón invoca
a la vida como una preparación o entrenamiento que asume el alma en esta vida,
donde el hombre sensato, sabe distinguir las apetencias y aflicciones
corporales como algo importante en la evolución del alma.
Describe el
destino que espera a las distintas clases de mortales que se dejan arrastrar
por sus apetitos sensoriales, viendo en el cuerpo nada más que una prisión que
ahoga al alma, que se inclina hacia la sabiduría mediante el despertar de su
Nous, y desdeña las llamadas que los sentidos le hacen.
Los que se
distinguieron al vivir con justicia y moderación, son liberados de las regiones
subterráneas y ascienden, para habitar la verdadera superficie de la tierra.
Todas las almas que han sido purificadas viven sin cuerpo para toda la
eternidad, en una morada aún más bella, en donde las palabras no alcanzan a
ilustrar su magnificencia.
Y voy a terminar a modo de resumen este
capítulo sobre la filosofía de Platón cuando el habla del término de la
“Purificación”.
Platón defendió una concepción
pesimista de la realidad humana: diciendo como ya hemos dicho anteriormente
que en este mundo el alma vive prisionera del cuerpo, de sus urgencias y de sus
necesidades.
En la medida en que el destino del alma
no es el mundo corporal y sus valores sino el mundo espiritual, y que ambos mundos
están enfrentados, la tarea moral, religiosa e intelectual del hombre
consistirá en intentar liberarse de las exigencias del cuerpo y de sus
limitaciones.
La purificación o ascesis, es
precisamente este proceso de liberación.
Desde un punto de vista moral consiste
en intentar eliminar o moderar los apetitos sensibles (apetito sexual, deseo de
bienes materiales como la riqueza, gula...); desde un punto de vista
intelectual consiste en intentar llevar una vida de conocimiento, de ejercicio
de la razón.
En conclusión esto es lo que parece
indicar la extraña afirmación platónica según la cual filosofar es aprender
a morir: en donde la auténtica filosofía obliga al sujeto a dirigir los
ojos del alma fuera del mundo corporal, hacia el mundo de las Ideas,
separándose en cierta forma del cuerpo, "muriendo" en un cierto
sentido.
Un fuerte abrazo para todos.
Happy
Exelente resumen que me ayuda en mis lecturas de platon
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