El hinduismo, La
filosofía griega y actualmente la física cuántica nos dicen que los
sentidos nos engañan y nos crean una falsa realidad, donde la vida, la vivimos como
los sentidos nos lo hacen imaginar. ¡Toda es una ilusión!
El aforismo griego “NOSCE TE IPSUM”, "Conócete
a ti mismo" fue inscripto en el pronaos del templo de Apolo en Delfos.
Este aforismo ha sido
atribuido a varios sabios griegos antiguos: Heráclito, Quilón de Esparta, Tales
de Mileto, Sócrates, Pitágoras y Solón
de Atenas.
Muchas de estas frases no han dejado de ser utilizadas y de animar
la reflexión de los hombres desde entonces hasta hoy.
Probablemente la que más éxito
ha tenido es “conócete a ti mismo”,
sobre todo desde que el propio Sócrates la utilizara muchas veces, de
manera especial según se dice en el
Diálogo platónico “Alcibíades”, en el que
enfrenta al joven y ambicioso
político ateniense con su propia ignorancia.
Por eso es también
atribuida erróneamente al propio Sócrates la paternidad del aforismo.
Si muchos son los pensadores y
filósofos que asumen como propio el “Nosce te ipsum” o alguna de sus variantes,
también son muchas los sentidos en que
se ha utilizado.
La frase no deja de ser un
enigma de interpretación diversa desde el principio. ¿Pretende tan sólo
recordar al hombre su condición vulnerable y mortal? ¿Quizás pretende decirnos
que necesitamos conocernos bien, que debemos conocer nuestra alma intelectual y
racional para orientar bien nuestra vida?, o ¿tal vez que en uno mismo se
encuentra el tesoro de los tesoros y
quien se conoce a sí mismo conoce el universo y a los dioses, como pretende
Hermes Trismegisto, (el tres veces grande)?
La misma idea expresa San
Agustín, orientando la sentencia en sentido cristiano, cuando dice “no quieras
derramarte fuera; entra dentro de ti mismo, porque en el interior del
hombre reside la verdad”.
El escritor, pensador y
religioso español, Baltasar Gracián decía en su obra El Criticón, “Quien
comienza ignorándose, mal podrá conocer las demás cosas. Pero ¿de qué sirve
conocerlo todo si a sí mismo no se conoce?”.
Incluso en la actualidad
cotidiana, en nuestra hiperactividad diaria, poco dada a la reflexión y a la
tranquilidad de espíritu, la máxima
griega inspira los numerosos libros de auto-ayuda que buscan el norte personal en la auto-conciencia o en la aceptación de la
identidad de sí mismo.
En todo caso “conocerse a sí
mismo” es una tarea difícil, la más difícil, debemos de tener en cuenta que
cada cuerpo sutil contiene varios hombres en su interior, y la mayoría de
nosotros saltamos de uno a otro sin saber jamás quienes somos.
Para muchos el concepto de
“conocerse a sí mismo” es una tarea imposible y el hombre está condenado a no
saber “quién es, de dónde viene y a dónde va” o en todo caso a tener un
insignificante conocimiento de sí mismo y una ligera autoconciencia.
La locución latina «cogito
ergo sum», que en castellano se traduce frecuentemente como «pienso, luego
existo», siendo más precisa la traducción literal del latín «pienso, por lo
tanto existo», es un planteamiento filosófico de René Descartes, el cual se
convirtió en el elemento fundamental del racionalismo occidental. «Cogito ergo
sum» es una traducción del planteamiento original de Descartes en francés: «Je
pense, donc je suis», encontrado en su famoso Discurso del método (1637).
Descartes, deseando encontrar la verdad, rechaza como falso
todo aquello en que pudiera imaginar la menor duda.
Así, puesto que los
sentidos nos engañan, quiso suponer que no hay nada que sea tal como ellos nos
lo hacen imaginar; y como hay hombres que se equivocan al razonar, juzgó que
estaba tan expuesto a error como cualquier otro y rechazó como falsos todos los
razonamientos, que antes había tomado por demostraciones.
También consideró que los pensamientos que tenemos cuando estamos
despiertos, también pueden ocurrir estando dormidos, sin que en tal caso
sea ninguno verdadero.
Decidió que todas las cosas que hasta entonces habían entrado
en su espíritu no eran más ciertas que las ilusiones de sus sueños.
Llegó a la conclusión de que no existe nada cierto: " La única verdad a la que la duda
fortalece en verdad es a mi propia existencia, pues para ser engañado necesito existir”.
Un día encontró la verdad, la existencia del yo pensante: Cogito Ergo Sum, esto era irrefutable
y lo aceptó como el primer principio de su filosofía.
El Cogito es el principio no sólo de su metafísica, sino
también de la física; proporciona el criterio de verdad, que se presente en
forma directa e inmediata al espíritu.
El hombre puede fingir que no tiene cuerpo alguno, pero no
puede fingir que no es; el hombre es una sustancia cuya total esencia o
naturaleza es pensar y no necesita para ser, de lugar alguno ni depende de cosa
material.
El alma es distinta del cuerpo y más fácil de conocer que él,
y aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es.
Lo que se requiere para que una proporción sea verdadera y cierta
es que la concibamos muy clara y distintamente, al igual que la proporción, Pienso
luego soy.
Reflexiona: La duda puede alcanzar el contenido del pensamiento, pero no
al pensamiento mismo. Puedo dudar de la existencia de lo que veo, imagino o
pienso, pero no puedo dudar de lo que estoy pensando y que, para pensarlo,
tengo que existir.
¡Y esta es la única realidad! ¡Y todo lo demás, lamentablemente para todos nosotros, no dejan de ser teorías cientificas, filosofías y
tendencias como resultado de la especulación del
ser humano!
Un fuerte abrazo para todos.
Happy
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