Se puede dar espontáneamente o ser inducido mediante
prácticas y ejercicios.
Según R. Walsh y F. Vaughan la consciencia de soñar por
parte del sujeto le da la posibilidad de controlar deliberadamente no sólo sus
acciones, sino también el contenido y desarrollo de sus sueños.
La capacidad de reconocer y controlar los estados
oníricos ya se mencionan en textos budistas del siglo VII. En Occidente se ha
estudiado el fenómeno en condiciones de laboratorio desde finales de los años
1970.
Desde la más remota antigüedad, los sueños han sido
considerados como una fuente de inspiración que nos transmite mensajes
misteriosos.
Los chamanes, por ejemplo, veían confirmada su
vocación sagrada en el transcurso de un sueño mientras que para los profetas de
Israel, por su parte, los sueños eran portadores de mensajes divinos.
Recordemos, por ejemplo, aquel pasaje de la Biblia que
dice: «Escucha mis palabras: si hubiera un profeta entre vosotros, Yo, el
Señor, me presentaría ante él en una visión y le hablaría a través de un
sueño».
Las antiguas culturas mediterráneas afirmaban que los
sueños eran una fuente de curación y esta creencia congregaba en el templo del
dios Esculapio a numerosas personas que trataban de incubar sueños
terapéuticos.
Más recientemente, la psicología ha declarado que los
sueños constituyen «el camino real al inconsciente» (Freud) y que son mensajes
de curación y conocimiento intuitivo procedentes del inconsciente(Jung). De la
misma manera, la psicología transpersonal también presta una gran importancia a
los sueños.
Pero sea cual fuere nuestra interpretación, los sueños constituyen un milagro nocturno que abre nuestra visión a un universo poblado de personajes, lugares y criaturas que parecen sólidos, independientes y «reales».
Además, durante el sueño nuestra propia persona parece
dotada de un cuerpo sólido y «real» que parece ser el origen y el sostén de
nuestra existencia, de nuestros placeres y de nuestros dolores, un cuerpo
dotado de ojos y oídos que nos proporcionan mensajes sensoriales y cuya muerte
supone también nuestra propia muerte.
En conclusion diré que este mundo y este cuerpo
onírico y sutil parecen crearnos y controlarnos, aunque el universo aparentemente
objetivo es una creación de nuestra propia mente, siendo un producto
transitorio y subjetivo que se halla, en última instancia, sometido a nuestro
control.
Un fuerte abrazo para todos.
Happy
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