Para
explicar el concepto de Metempsicosis tenemos que remontarnos al concepto de
alma en la filosofía griega anterior a Platón.
Según los
filósofos griegos el alma es propia y exclusivamente de los seres humanos
(Psyché).
El alma es eterna y es
inmortal, y se encuentra unida al cuerpo de manera accidental.
El ser
humano es el resultado de esta unión accidental entre cuerpo y alma.
El alma es
de naturaleza divina, pues procede de los dioses. Es una especie de huésped, un
residente en el cuerpo de distinta naturaleza a la de éste.
En esta
postura se fundamenta el movimiento órfico donde supone un enfrentamiento a las
tradiciones religiosas de la ciudad griega y, en definitiva, una nueva
concepción del ser humano y su destino. Bajo el nombre del mítico Orfeo, cantor
y trágico viajero del Más Allá, surgen una serie de textos que predican y
atestiguan esa nueva religiosidad, una doctrina de salvación sobre el hombre, su
alma, y su destino tras la muerte.
Según el
movimiento órfico el alma es inmortal y se encuentra en tránsito para alcanzar
un modo de vida más elevado, reservado a los Mystos o Iniciados en los
Misterios.
También hay
que tener en cuenta el concepto sobre la metempsicosis donde es una antigua
doctrina filosófica griega basada en la idea tradicional de la constitución
triple del ser humano (espíritu, alma y cuerpo), que afirma el traspaso de
ciertos elementos psíquicos de un cuerpo a otro después de la muerte.
Así según la
metempsicosis las almas transmigran en la búsqueda de la perfección, que es
inmortalidad consciente, un estado de elevación mística provocada a veces
mediante la predisposición corporal a un trance, una suerte de rapto ceremonial
frecuente en las Orgías o fiestas dionisíacas. Este estado glorioso permitía
separar el alma del cuerpo, una suerte de pequeña “muerte” realizada de manera
consciente y en vida, que se denomina Apoteosis (Epopteia). Aquellos que lo
lograban alcanzaban el grado de Epoptas, y gozaban de la contemplación del dios
(Dionisos) y de la unificación con él.
El rasgo
distintivo de esta doctrina, que establece la diferencia con la postura más
tradicional, es la identidad del yo durante la vida y después de la muerte.
El alma ya
no se concibe al morir como un mero suspiro y olvidado que se dirige al Hades como
simple morada de los muertos para quedar atrapada por toda la eternidad, sino
que puede aspirar a una vida gloriosa en un lugar supra celeste, la Isla de los
Bienaventurados.
Las Islas
Afortunadas o Islas de los Bienaventurados son el lugar donde, según la
mitología griega, las almas virtuosas gozaban de un reposo perfecto después de
su muerte, equivalente al Paraíso de otras tradiciones escatológicas (creencias
acerca del más allá o ultratumba).
Los mitos de
Deméter-Perséfone y de Dionisos reafirman esta peregrinación del alma por este
mundo y por el otro, ya sea condenada por una conducta inmoral o purificada
mediante la Catarsis para morar en el plano supremo.
Esta
esperanza implicó un modo de vida (BIOS) característicamente órfico de
abstinencia y pureza.
No debe olvidarse que ya en el mito de Dionisos, que es oscuro y que algunos investigadores atribuyen a los minoicos y aun a los egipcios por su semejanza con el mito osiriano, se alude con claridad a la dualidad alma-cuerpo asociada a la otra dualidad divinidad-materia.
No debe olvidarse que ya en el mito de Dionisos, que es oscuro y que algunos investigadores atribuyen a los minoicos y aun a los egipcios por su semejanza con el mito osiriano, se alude con claridad a la dualidad alma-cuerpo asociada a la otra dualidad divinidad-materia.
Recordamos
que en el mito de Dionisos se define a la humanidad como resultado de la mezcla
original producida por la cólera de Zeus, que fulminó a los titanes, en
venganza por la muerte de Dionisos. Como quedó una pequeña partícula de
divinidad mezclada con la carne quemada de los titanes (que previamente habían
devorado al niño Dionisos), la naturaleza humana resultó una mezcla de titán y del
dios Dionisos, o sea una suerte de Daimon o dios menor e imperfecto.
El
pitagorismo recoge la idea de la purificación del alma mediante la reparación
dolorosa, a través del proceso de la palingenesia o reencarnación.
Para los
pitagóricos, la Psyché es decir el alma es un exiliado de los dioses que se
esfuerza para volver a su patria lejana.
El
sufrimiento existe como un medio para tomar conciencia de la necesidad de
evolución, y no hay ningún dolor o dificultad que sea intrínsecamente injusto,
sino propio del hombre.
Esta suerte
de castigo compensatorio por las propias faltas no es eterno, no se trata de
una condena per se, como en el cristianismo, sino que está limitado por la
capacidad de conocer las causas. Es una lección que se aprende mediante el
conocimiento, con lo que se pone fin a la rueda de las reencarnaciones,
oportunidades otorgadas por los dioses para que el hombre rescate su propia
divinidad y sea uno más entre sus pares.
Pitágoras
representa el modelo de sabio, de una vida de abstinencia y purificación, con
unas normas orientadas a producir en el alma el reconocimiento de su patrimonio
espiritual y a provocar un acceso mediante ciertas técnicas mistéricas que
pueden compararse a las técnicas orientales de elevación de la conciencia.
La
reencarnación representa un medio útil para el proceso purificatorio y una
demostración patente de que los dioses no arbitran la justicia a su antojo,
según un confuso sentido de predestinación, sino, antes bien, rigen el
equilibrio cósmico con una sabiduría propia del mundo celeste. Esto supone una
réplica a las ideas de Homero y Hesíodo, al menos en la forma de su exposición,
y constituyen los argumentos básicos que usará Platón en su propia doctrina del
alma.
En
conclusión terminare como empecé, la Metempsicosis es el viaje que realizan las almas que transmigran
en la búsqueda de la perfección, cuyo objetivo final es la inmortalidad
consciente.
Un fuerte
abrazo para todos.
Happy
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