La realidad que observamos, es una interpretación de nuestro
cerebro. Dicha interpretación depende de nuestro Sistema de Creencias o
paradigmas.
Cuando cambiamos o actualizamos este sistema, la realidad que
observamos es distinta. Este proceso es similar a quitarse las gafas y observar directamente.
Por lo tanto podemos decir que los paradigmas son modelos o
patrones de comportamiento que nos permiten interactuar con el mundo.
Dichos modelos o patrones están conformados por todas las
ideas, creencias, emociones y actitudes que hemos incorporado como nuestras a
lo largo de la vida, sobre un determinado aspecto de la realidad.
Estos modelos o patrones
establecen límites en nuestras vidas, trabajos, profesiones, empresas
etc., dentro de los cuales resolvemos
los problemas que se nos presentan a
diario.
Cuando un paradigma se encuentra instalado y activo en
nuestro cerebro, procesamos los mismos pensamientos repetidamente todos los días
por lo que la mente que se crea a partir de dichos pensamientos se torna
automática, inconsciente, rutinaria y familiar; en consecuencia, nuestras
respuestas ante los problemas, se tornan también automáticas e inconscientes.
Lo anterior no tendría mayor relevancia si no fuera porque la
realidad, a diferencia de nuestros paradigmas, no es estática y se encuentra en
un cambio constante.
Cambiar o romper paradigmas, significa modificar la manera de
hacer las cosas y aquellos que se atreven a hacerlo, son los que se adaptan
mejor a los cambios y en consecuencia, tienen mayores posibilidades de éxito.
Los Paradigmas son creencias que hemos aceptado como
verdaderas, las cuales moldean nuestras respuestas y comportamientos. Dicho
concepto se deriva de la definición de Thomas Kuhn, quien al aplicarlo a la
investigación científica, mencionó que los Paradigmas “son logros científicos
universalmente aceptados, que durante algún tiempo suministran modelos de
problemas y soluciones, a una comunidad”.
Ejemplo de Paradigma:
Cuando los barcos de Colón se acercaban a las islas del
Caribe, los indios, los indígenas americanos no los veían. Los barcos eran tan
distintos de todo lo que habían visto, que no eran capaces de verlos.
Esto se debió a que en su cerebro no había ningún
conocimiento ni ninguna experiencia de la existencia de las carabelas.
Por tanto el chamán comienza a notar ondulaciones en el mar
pero no ve ningún barco. Y empieza a preguntarse qué es lo que las provoca. Y
al cabo de un tiempo, es capaz de ver los barcos. Y una vez los ha visto,
cuenta a todo el mundo que en el mar hay barcos y como todo el mundo confía en
el y le cree, todos empiezan a verlos también.
Un fuerte abrazo para todos.
Happy.
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